7/27/2010

OJITO, OJITO CAÑETANOS, YA NACIO "LA PORTATIL" DIGITAL

Por Marco Sifuentes

Manuel Masías es uno de los punching balls recurrentes de un sector de la Internet peruana. En la red -que ofrece la ilusión de horizontalidad democrática- la discriminación es un tema particularmente sensible y el alcalde de Miraflores, con gran esfuerzo, ha logrado construirse la imagen de impulsor de un ghetto sin gays ni cholos.

Desde su acoso inicial a las discotecas de ambiente, pasando por el infame caso de Los Malditos de Larcomar, la expulsión de La Feria del Libro y el cierre del Parque Kennedy en año nuevo, la reputación online de Masías ha quedado por los suelos.

Aunque no hay datos oficiales actualizados de la penetración del servicio y la frecuencia de uso de Internet en el distrito, es de suponer que ambos porcentajes son bastante elevados y, por tanto, un escenario a considerar si el alcalde miraflorino pretende la reelección (como es obvio).


Con la inocultable intención de limpiar su imagen en la red, a inicios de este año Masías lanzó un oportunísimo canal de televisión por Internet y un blog personal. Hasta allí, todo bien. Una estrategia un poco torpe, desfasada y más bien empírica de comunicación digital pero, al fin y al cabo, algo es algo. El alcalde trata de establecer un diálogo con los vecinos, nadie podría criticar eso.

El problema está en el otro lado de la estrategia: la portátil digital.

Esta semana dos nuevos incidentes con aroma de intolerencia ocurrieron en la Miraflores de Masías. Dos hechos registrados para la posteridad en YouTube: el primero, un épico choque entre inofensivos músicos hippies y decenas de agresivos serenos, y el segundo, el enrejamiento y desalojo de los chicos no-miraflorinos del Skate Park del malecón, uno de los espacios más libres de Lima. Ambos sucesos desataron el escándalo en las redes sociales.

Internet estalló en diatribas a Masías. Y, entonces, cuando todos esperaban una respuesta del alcalde, ésta llegó en la forma de anónimos y falsas identidades.

Hace unos meses, cuando la Feria del Libro fue expulsada del Parque Kenneddy, empezaron a llegar a algunos blogs varios hinchas de Masías para apoyar la decisión de su alcalde. Una portátil digital con pequeño problema: era una sola persona. Todos los vecinos contentos con el desalojo de la cultura eran, en realidad, un sólo patita en alguna cabina de Lima, cambiando de nombre cada vez que dejaba un comentario apoyando al alcalde.

La historia se repitió esta semana en algunas páginas de Facebook. La portátil digital de Masías contraatacó. Algunos defendían al alcalde, pero otros, un poco burdamente, trataban de desviar el debate, preguntándose si no habían noticias más importantes como la boda de la hija de Fujimori.

Pero ¿cómo distinguir a esta portátil de -tiene que haberlos- genuinos vecinos pro Masías? En un blog, es fácil detectar el engaño: todos los mensajes llegan desde el mismo número de IP (el número asignado a una computadora específica cada vez que se conecta a Internet). En Facebook, este caso fue ampayado intuitivamente: los defensores de Masías acababan de sacar -ese mismo día- una cuenta en esa red social, tenían pocos contactos y, además, todos eran amigos entre sí. Sólo una defensora parece ser real: la gerenta de participación vecinal de Miraflores.

Pero el desenmascaramiento sólo ocurre en los sitios donde se monitorea al milímetro la participación de los comentaristas. La mayoría de espacios en la red (medios, blogs, foros, etc.) está absolutamente a merced de estas avalanchas de falsos proselitistas, que dan la impresión de un apoyo abrumador a un político, cuando en realidad se trata de parte de una "estrategia" de comunicación en la red.

Imagino que todo viene en el mismo paquete que le ofrecen al despistado político que no entiende nada de Internet: sacas tu blog, sacas tu Facebook, sacas tu canal (con recursos de la Municipalidad) y, de paso, también armas tu portátil digital que se las agarra contra los críticos. Baratito, nomás.

Los políticos ya saben que tienen que participar en la red, el problema es que creen allí también se pueden manejar con las mañas del político tradicional: por ejemplo, pagándole a falsos espontáneos. Prepárense, que ése es sólo el primer paso: la guerra sucia de la web acaba de empezar

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